[3] La base

Me pasé varios días mirando la foto. Como podía ser posible aquello, es decir, hice toda la memoria que pude y estaba, y estoy, completamente seguro de que no me había inmortalizado en aquel lugar ni con aquella gente. Igual habían retocado aquella imagen, quien sabe, pero la duda me quemaba por dentro.
Los ruidos de explosiones tampoco habían dejado de oirse en estos días, pero era bastante raro, siempre lo pienso. Cuando me exilié aquí, el exterior era un paisaje completamente desértico. No había nada. Solo tierra del color de la ceniza en varios kilómetros a la redonda, de verdad.

Derrepente lo oi. El sonido de un golpe seco en la sala de los envios. Y un jadeo. Me levanté corriendo a por el rifle que estaba preparado en caso de emergencia, me puse el chaleco antibalas y crucé todo el búnker de nuevo para llegar a la habitación. Abrí la puerta y vi a un hombre moreno, sudando y con la piel bastante pálida. Aún me acuerdo lo que me dijo:

 -Señor, rápido, no hay mucho tiempo- dijó intentando respirar a la vez que hablaba.
 -Quien es usted y como ha conseguido entrar aquí- respondí sin dejar de apuntar.
 -Es todo una farsa- volvió a decir entre inhalaciones.
 -¿Cómo?- pregunte perplejo.
 -Ha sido usted sustituido en el poder señor, por sus ideales sobre la paz fue traido aquí abajo y relevado de  su cargo por una imitación suya.
 -¿Imitación? ¿relevado? pero de qué está hablandome, perdone pero...
 -Cállese y escuche. Encima de este sitio está probablemente la mayor base militar de todo el mundo. Más de cien personas acaban de dar su vida para poder entrar y decirle que está siendo engañado por los de su propio círculo de confianza- se paró para coger aire de nuevo, miró el reloj y siguio hablando- llevamos un mes y medio intentando contactar con usted, hace unos días el primer equipo que se suponía que iba a bajar aquí solo pudo lanzar la fotografía que esperamos que haya visto ya.
 -Sí...- es todo lo que podía responder, me había quedado completamente helado.
 -Ahora escuche, están experimentando con gente un arma biológica que si no se trata, puede convertirse en una pandemia muy peligrosa, lo que tiene que hacer es salir de aquí y acabar con todo esto.
Yo seguía sin ser capaz de decir absolutamente nada.
 -¿Me está escuchando? Joder. Y ahora apártese y cierre la puerta de esta sala.
 -Co.. ¿cómo?.
 -QUE SE VAYA COJONES.
Sali de la habitación y cerré la puerta bien fuerte, sin dejar de soltar el pomo y observando lo que el hombre hacía.
Sacó de la parte de atrás del pantalón una pistola, se la llevó a la sien y disparó.
Empecé a perder fuerza en las piernas y de la tripa me subía algo que me hacía marearme cada vez más, me arrodillé y empecé a vomitar y cuando volví a ponerme de pie para mirar por la ventanilla de la puerta, no daba crédito a lo que veia.